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martes, 16 de octubre de 2007

El perro que me mordio


Una tarde calurosa de verano me toco conocer al Chalaco. Era un perro de raza doberman de unos 5 años y de un cuerpo fuerte que imponia. La primera impresion que tuve, fue que me hiba a morder, pero se acerco muy docilmente a mi y solo me olfateo un poco.

El Chalaco era de mi amiga Mayra. Practicamente habia tenido este perro toda su vida y era un miembro mas de su familia al igual que se mama, "La negra" o como le decia Mayra "La negrita", la cual era 2 años mas grande que su cachorrito.

Durante los años siguientes, me fui encariñando con ambos perros. Nunca fui una persona dada a tratar con perros de ese tamaño, pues aun cuando no tenia una fobia real hacia los perros, si tenia un cierto resentimiento a los cuadrupedos por que en mas de alguna ocacion me habian mordido, provocando de esta manera que guardara mi distancia de los perros, especialmente los mas grandes.

Sin embargo, gracias a el hecho de que convivi con estes magnificos y dociles animales, me di cuenta de que el hecho de que un perro sea grande o de una mala fama como son los doberman no tiene que ver en nada con su grado de agresividad y poco a poco fui superando mi temor a los perros.

Hoy murio el Chalaco. Tuvo una pelea muy dura contra la muerte. Duro muchos dias enfermo y sin poder siquiera levantarse a comer o beber agua. A sus 13 años de edad, ya estaba listo para dar sus aullidos en un lugar mejor y sin embargo se aferraba de una manera intrigante y a la vez en cierta forma muy valiente a la vida. Durante una semana se la paso aullando de dolor dia y noche, cosa que molesto mucho a los vecinos ya que no dejaba dormir. Su enfermedad no tenia remedio y todos sabiamos que se encontraba en las ultimas, asi que sus dueños se desidieron por sacrificarlo para ya no hacerlo sufrir mas.

Mily, hermana de Mayra, compro en la veterinaria un medicamento inyectado para que se le aplicara al perro y dejara de sufrir. Sin embargo, nadie tenia el corazon o el pulso para inyectarle el medicamento. Yo me ofreci a hacerlo aunque en realidad estaba temblando por dentro, pero crei que asi la familia sufriria menos al no tener que sacrificar ellos al Chalaco.

Recuerdo que el sabado en la tarde me hablaron diciendome que ya habian comprado la medicina, pero yo no podia ir por que me encontraba en un torneo de Taekwondo asi que les dije que podia ir a ponerle la inyeccion hasta mas tarde, ya que hubiese conlcluido el torneo. Y asi fue, pero fue hasta muy tarde que llegue a casa de Mayra, alrededor de la media noche. Nos subimos a la azotea y mientras ella detenia una lampara que le habian pasado por el patio, le inyecte ambas jeringas, una primero y 2 minutos despues la otra. Nunca tuve miedo de que me mordiera al inyectarlo o algo asi, y sin embargo mis manos temblaron al saber que le estaba haciendo un daño irreparable y del que no se recuperaria jamas.

La respiracion del Chalaco, se fue tranquilizando hasta llegar a un nivel que apenas se le veia respirar, como si estuviera dormido. Mientras, yo lloraba en la oscuridad del lugar tratando de disimular que no estaba triste y Mayra tambien hacia lo propio. Yo le dije "Vamos a dejarlo descansar" y nos fuimos de ahi.

Mas tarde, me retire y al dia siguiente llame preguntando a Mayra que habian hecho con los restos del Chalaco, y me sorprendio el escuchar que el perro no habia muerto. Como dije, siempre me sorprendio el ver como se aferraba a la vida con todas sus fuerzas. Aguanto dos dias mas y despues, simplemente no desperto. Hoy, mientras busco fotos de el, me doy cuenta que nunca le tome una sola fotografia. Pero aqui tenia un par de fotos de su madre "La negrita" la cual se le adelanto hace un par de años en el viaje a nuevas praderas para correr juntos.

Siempre fueron perros muy nobles y buenos. Orgullosos pero nunca agresivos. Recordare al Chalaco como uno de los tantos perros que me han mordido en el corazon y al despedirme de ellos me han dejado una herida que pareciera nunca dejar de sangrar. No los olvidaremos.

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